Y al final, el amor triunfó

Publicado en 11 Septiembre 2013

Amor.....nunca 4 letras habían significado tanto.

"Cuando lo conoció, todas sus dudas se desvanecieron de golpe. Ya no existía nada que le generara miedo alguno. Sus ojos no tenían vista para nadie más".

Nunca había sido una chica con demasiado éxito en el amor, pero nunca perdió la esperanza, ya que sabía que en algún lugar, algo bueno le estaba esperando. Cuando se enamoró por primera vez, se sentía dichosa. En ella no existía ningún atisbo de miedo, ni de incertidumbre. Sólo existía la felicidad y pensaba que lo que estaba sintiendo era tan bonito, que debería perdurar por siempre y cuando no fue así, aprendió que a veces hay que saber perder y pensar que algo mejor está esperando a la vuelta de la esquina.

Los años pasaron, sin pena ni gloria en el ámbito sentimental. No le pasó nada lo suficientemente bonito que mereciese la pena destacar pero era feliz. Se refugiaba en sus versos, en su poesía y escribía a diario historias preciosas dignas de las películas más románticas, las cuales estaban demasiado lejos de su alcance. Aún así, su esperanza permanecía intacta, así como su ilusión y su pasión por todo lo bonito que la vida le ofrecía. No quería desilusionarse, ni muchísimo menos venirse abajo, pero era duro ver a parejas felices por la calle y flores acompañadas de cartas en San Valentín, que nunca iban dirigidas a ella.

Y así, su vida transcurría, entre poemas de amor, baladas contando su historia y un destino que era cada vez más y más incierto. Por las noches muchas veces soñaba con enamorarse, pero de verdad y para siempre. Soñaba con ser la protagonista de una de esas historias que ella misma había relatado tantas veces y con ser la musa de alguien que la hiciese feliz. Sus noches pasaban, con sueños en el aire de fondo.

Llegó un momento en su vida, en el que se cansó de esperar. Se sentía cansada de seguir sentada en el banco de la vida esperando a que llegara su gran oportunidad de ser feliz. Sintió que ya era suficiente. Suficientes lágrimas, suficientes noches sin dormir y suficientes poemas que nunca se convertían en realidad. Entonces, en ese momento de su vida, le conoció. Una noche en la que no tenía pensado ni siquiera ponerse guapa, ni esforzarse por parecer simpática o agradable, salió a la calle con el único propósito de distraer su mente. Necesitaba algo de entretenimiento para calmar su incertidumbre.

Entró en aquel sitio y ahí estaba él. De repente, sintió un escalofrío recorriendo su espalda. Algo que nunca antes había sentido y que la inquietaba bastante. Sintió como de repente, todo se desvaneció y le era imposible mirar a otra cosa o persona que no fuese él. Todo, absolutamente todo en ese momento, había dejado de existir, creando una realidad, en la que sólo existían él y ella. Se preguntó que tenía de especial y porqué no era capaz de apartar su mirada de él. Desprendía un magnetismo tan grande, que ni siquiera ella era capaz de entenderlo.

Ese fue el comienzo de todo. Toda su vida de repente, empezó a cambiar de color y sus ojos empezaron a brillar como nunca habían brillado en toda su vida. Todas sus dudas y todas sus preguntas, por fin tenían respuesta. Se convirtieron en la envidia de todos, en la pareja perfecta que todo el mundo deseaba y ella, por primera vez, sentía que amaba a alguien más de lo que había amado en toda su vida. Ya no había nada que la hiciese más feliz que él. Él se había convertido en su mundo entero, en aquello por lo que ella lucharía hasta el final sin descanso, aquello que la mantenía con ilusión ante la vida y sobre todo, se había convertido junto a ella, en el protagonista de la historia más bonita del mundo.

La historia que empezó, en un rinconcito improvisado, aislado del mundo, lleno de sueños y de deseos, de fantasías y de amor. Del amor más grande del mundo jamás contado, ni interpretado por nadie en la historia del cine.