Amor dividido (Capítulo 9)

Publicado en 3 Diciembre 2013

Amor dividido (Capítulo 9)

Bárbara estaba terminando de llevarse sus cosas del ático, cuando se encontró con una caja que estaba llena de objetos de Nick. No podía creer que aún después de todo el tiempo que había pasado desde que lo dejaron, todavía seguía conservando cosas suyas. Se sintió incómoda y extrañada a partes iguales. Muchos fines de semana los pasaban juntos en el ático y Nick tomó la costumbre de llevarse objetos personales con el permiso de Bárbara. 1 mes antes de dejarlo, tuvieron una conversación en la que Nick le propuso irse a vivir con ella y cuando pensaba que ya no volvería a vivir sola en aquel ático por más tiempo, todo terminó. Miles de recuerdos rondaban por su cabeza y dudó entre deshacerse de todo tirándolo a la basura o devolvérselo. La relación que tenía con Nick no era nada buena y al final decidió pedirle ayuda a Sergio, el cual no dudó en ayudarla.

_ Vaya, vaya Albertito. ¿Así que, tu chica es abogada y trabaja contigo? Tú sí que sabes cómo conquistar a las mujeres. ¿Adriana sabe algo de todo esto?

_ Si se entera, desde luego que por mí no va a ser. Lo único que me une a esa mujer es que tenemos una hija en común.

_ La verdad es que Bárbara es un buen partido. Tiene estudios, un buen trabajo, es independiente y encima es guapa. Tienes mucha suerte de estar con ella.

_ Ey, no te pases. Es mi chica. Pero sí, tengo mucha suerte de tenerla.

Cuando acabaron de hablar, Rubén sacó su móvil del bolsillo y empezó a mirar las fotos que le hizo a Bárbara a escondidas mientras que ella y Alberto estaban distraídos. Le parecía tan guapa y tan lista, que no le importaba que fuese la novia de su mejor amigo. El juramento que se hicieron años atrás le empezaba a dar lo mismo. Llevaba muchos años esperando conocer a alguien como ella y creía que ese momento ya había llegado, pero que no iba a ser sencillo. A pesar de ello, comprando su ático sintió que tendría más posibilidades de estar cerca de ella. Alberto por otro lado, se sintió celoso cuando su amigo le dijo todas esas cosas sobre Bárbara. Se pasó el día dándole vueltas a la conversación y pensó que sería imposible. Rubén era su mejor amigo y no era posible que le traicionara de ninguna manera.

Sergio aparcó su coche enfrente del piso donde vivía Nick. Sacó la voluminosa caja del maletero, llena de cosas suyas y se dirigió a la puerta. Cuando llamó, no contestó nadie y le pareció un poco extraño, ya que era un poco tarde y encima era lunes. “Debería de estar en casa”, pensó. Sabía donde trabajaba, así que, al día siguiente se pasó temprano por el trabajo de Nick y un compañero le dijo lo que había pasado. Le contó que Nick había tenido un aparatoso accidente con su moto y que murió en el acto. Estuvo unos días desaparecido, hasta que encontraron su cadáver en el fondo de un acantilado. Sergio se quedó horrorizado ante la noticia. Nick nunca le había caído bien, pero nunca le deseó la muerte. Aunque en el fondo, pensó que a lo mejor el karma lo había castigado de esa forma por todas las cosas malas que había hecho durante toda su vida.

_ ¿Bárbara, sabes qué?

_ Mi amigo Alberto tiene muchísima suerte de estar contigo y no sabes cómo le envidio.

_ Rubén, no deberías de decirme eso. Alberto es tu amigo.

En un rápido movimiento, Rubén se abalanzó encima de Bárbara y empezó a besarla apasionadamente. Hundió sus manos en su pelo y continuó besándola como si fuese su novia. Como si ella realmente no fuese la novia de su mejor amigo. Bárbara consiguió apartarse de él, le dio un empujón y le dijo que no podía entender, como no era capaz de respetarla y más teniendo en cuenta con quien estaba. A Rubén eso no le importó. Y a ella tampoco. Lo notó en sus ojos. Bárbara le miraba con la misma mirada con la que miraba a Nick cuando le conoció. La misma mirada de deseo. Rubén le atraía demasiado y no podía hacer nada para evitarlo. Él volvió a acercarse a ella, volvió a besarla y esta vez pudo notar como ella también lo deseaba. Deslizó sus manos por su cuerpo, la cogió en brazos y la llevó hasta el dormitorio. Cuando los 2 estaban encima de la cama, conscientes de lo que estaba pasando, fue cuando Bárbara se sintió culpable y salió corriendo de allí. Lo que acababa de pasar, nadie debería de saberlo, ni siquiera Sergio. Bajó las escaleras corriendo y con el corazón acelerado.

_ Cielo, ¿te sucede algo? Te noto distante.

_ No me encuentro bien. Ayer pasé mala noche. Sólo necesito descansar un poco.

_ ¿Te apetece dormir conmigo hoy? No quiero que pases la noche sola.

_ No estoy sola Alberto, estoy en casa de Sergio, ¿recuerdas?

_ Sergio es tu amigo y yo soy tu novio. Hay mucha diferencia, ¿no crees?

_ Esta noche no, lo siento. Veré la tele un rato y me acostaré temprano.

Alberto estaba realmente molesto. Se empezó a sentir como cuando iba detrás de Bárbara y ella le evitaba una y otra vez. Como si no fuese su novia y se hubiesen convertido de repente en 2 desconocidos. Pensó que tal vez le ocultaba algo, pero no quería desconfiar de ella. Llevaban poco tiempo juntos y le había costado mucho conseguir que aceptara ser su novia, como para ahora, empezar a desconfiar de ella por algo por lo que ni siquiera tenía pruebas. Sin más, se fue a la cama y se durmió pensando en ella. Le mandó un mensaje de buenas noches, pero se quedó durmiendo antes de poder comprobar si le había respondido o no. A la mañana siguiente, no había rastro de ella en su móvil. Ni una llamada, ni un mensaje, nada. Todo era demasiado desconcertante.

Rubén hizo un álbum con todas las fotos que le hizo a Bárbara a escondidas. Fotos en las que se la veía en actitud cariñosa con Alberto o simplemente charlando con Sergio en alguna cafetería. Era muy divertido tener tanto control sobre ella y conocer tantos detalles sobre su vida. Había invertido mucho tiempo y dinero en averiguar cosas sobre ella. Cosas que ni siquiera Alberto sabía y se sintió por encima de él. Por encima de su mejor amigo. La traición no había hecho más que comenzar y la promesa hecha años atrás, ya había comenzado a resquebrajarse de forma alarmante. Pero no le importó. Bárbara tenía que ser suya como fuese. Le costara lo que le costara. Perder una gran amistad no le importaba demasiado si gracias a eso podría tenerla. Ese era el precio y estaba dispuesto a pagarlo.

_ Bárbara, soy Sergio. ¿Podemos hablar un momento?

_ Si claro, ¿sucede algo Sergio? Te noto la voz rara.

_ No sé muy bien como decirte esto.

_ Vamos, la confianza no es ningún problema entre nosotros. ¿Qué ha pasado?

_ Está bien……   

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